ORDEN de 27 de octubre de 1998, por la que se regulan los currículos de la Religión Católica en los niveles de Educación Infantil, Primaria, Secundaria Obligatoria y Bachillerato en la Comunidad Autónoma de Canarias.

SecciónI. DISPOSICIONES GENERALES
EmisorConsejería de Educación, Cultura y Deportes
Rango de LeyOrden

La Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo (L.O.G.S.E.) establece cuáles son los elementos integrantes del currículo al disponer que el gobierno fijará los aspectos básicos del mismo y que las Administraciones educativas competentes establecerán el currículo de los diferentes niveles, etapas, ciclos, grados y modalidades del sistema educativo.

Asimismo la Disposición Adicional Segunda de la L.O.G.S.E. establece que la religión se incluirá como área o materia en los niveles educativos que corresponda, que será de oferta obligatoria para los centros y de carácter voluntario para los alumnos.

En el proceso de aplicación de la enseñanza de religión, el Ministerio de Educación y Ciencia estableció con carácter de norma básica el Real Decreto 2.438/1994, de 16 de diciembre, por el que se regula la enseñanza de Religión (B.O.E. de 26 de enero de 1995), en su artículo 4.1 establece que la determinación del currículo de las enseñanzas de Religión Católica es competencia de la jerarquía eclesiástica.

Nuestra Comunidad Autónoma, siguiendo los preceptos marcado por la L.O.G.S.E. ha desarrollado los currículos de las distintas etapas educativas: Decreto 89/1992, de 5 de junio, por el que se establece el currículo de la Educación Infantil (B.O.C. de 26 de junio), Decreto 46/1993, de 26 de marzo, por el que se establece el currículo de la Educación Primaria (B.O.C. de 9 de abril), Decreto 310/1993, de 10 de diciembre, por el que se establece el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria (B.O.C. de 28 de enero de 1994) modificado por el Decreto 211/1996, de 1 de agosto (B.O.C. de 19 de agosto), y Decreto 101/1995, de 26 de abril, por el que se establece el currículo de Bachillerato (B.O.C. de 25 de mayo), recogiéndose en distintos apartados aspectos relativos al área de Religión.

En su virtud, a propuesta de la autoridad eclesiástica competente, esta Consejería, previo informe del Consejo Escolar de Canarias, y en uso de las competencias que le confiere el Decreto 305/1991, de 29 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento Orgánico de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, de las Disposiciones Finales Primera de los Decretos 89/1992, de 5 de junio, 101/1995, de 26 de abril y 97/1998, de 26 de junio, por el que se modifica el Decreto 46/1993, de 26 de marzo, que establece el currículo de Educación Primaria y el Decreto 310/1993, de 10 de diciembre, por el que se establece el currículo de Educación Secundaria Obligatoria (B.O.C. de 6 de julio),

DISPONE:

Primero.- El currículo del área de Religión Católica para el segundo ciclo de la Educación Infantil es el que se incluye en el anexo I de la presente Orden.

Segundo.- El currículo del área de Religión Católica para la Educación Primaria es el que se incluye en el anexo II de la presente Orden.

Tercero.- El currículo del área de Religión Católica para la Educación Secundaria Obligatoria es el que se incluye en el anexo III de la presente Orden.

Cuarto.- El currículo del área de Religión Católica para el Bachillerato es el que se incluye en el anexo IV de la presente Orden.

Quinto.- La presente Orden entrará en vigor el día siguiente de su publicación en el Boletín Oficial de Canarias.

Santa Cruz de Tenerife, a 27 de octubre de 1998.

EL CONSEJERO DE EDUCACIÓN,

CULTURA Y DEPORTES,

José Mendoza Cabrera.

A N E X O I

CURRÍCULO DEL SEGUNDO CICLO

DE EDUCACIÓN INFANTIL

I. Introducción.

El período educativo que abarca la Educación Infantil constituye una etapa integrada, ya que el desarrollo del niño es un proceso continuo. Los años que van hasta los seis son básicos en la estructuración de la personalidad. A partir de las experiencias de los valores humanos que el niño va vivenciando, podrá descubrir progresivamente su dimensión transcendente.

Durante toda la etapa, y muy especialmente en el Primer Ciclo hasta los tres años, la función educativa del centro es complementaria a la que ejerce la familia. El despertar religioso del niño va unido al testimonio y actitudes creyentes de los adultos de su entorno. El niño vive el momento de establecer raíces vitales y aprende una forma de percibir el mundo y de relacionarse con él. El sentido religioso del niño madura en paralelo con el desarrollo de sus facultades. Lo afectivo ejerce un dominio absoluto sobre él y el Dios Padre que da sentido a la vida se ofrece al niño ordinariamente a través del amor.

La experiencia religiosa no es espontánea, sino que requiere una atenta intervención educativa. Es responsabilidad de los padres y de las familias cristianas crear el ambiente adecuado para suscitar el despertar religioso de sus hijos. Ante la falta de tiempo y espacio para el desarrollo normal del niño en el hogar, los padres pueden delegar y de hecho delegan parte de sus derechos y obligaciones y también la educación religiosa, en la escuela. La Iglesia Católica con su propuesta de Educación Infantil ofrece a los padres que lo deseen la posibilidad de iniciar a sus hijos, desde la experiencia, en una visión esperanzadora y gozosa de la vida, en la asimilación de unos valores y actitudes humano-cristianas, y el contacto con el mundo religioso católico que permitirá después construir de manera sistemática el mensaje cristiano.

El objetivo primordial señalado por la L.O.G.S.E. para la Educación Infantil es ¿contribuir al desarrollo físico, intelectual, afectivo, social y moral de los niños¿. El sentido de trascendencia aguda al niño, a lo largo de su proceso educativo, a acceder a su pleno equilibrio personal y social. Por eso, en el marco de los proyectos y programaciones curriculares, interesa -para el alumnado cuyos padres así lo soliciten- la presencia de la dimensión religiosa, teniendo en cuenta que todas las actividades del Centro de Educación Infantil son educativas y formadoras.

La Educación Infantil abarca dos ciclos bien diferenciados: el comprendido entre los cero-tres años y el de los tres-seis años. A efectos de la educación religiosa, ambos son muy interesantes y tienen notas diferenciales acusadas.

Primer Ciclo (cero-tres años).

El niño de cero-tres años vive el momento de establecer profundamente sus raíces a nivel físico, relacional e intelectual. Aprende una forma de percibir el mundo, de comunicarse con él, de comenzar un camino específico de ser hombre o mujer.

El sentido religioso del niño madura en paralelo con el desarrollo de sus facultades físicas o psíquicas. Para este primer ciclo no se regula una enseñanza religiosa escolar. Los padres tienen en esta etapa un papel decisivo que subsidiariamente confían a la escuela. La identidad del pequeño se forma y transforma con ellos y ante ellos.

Son las actividades humanas en casa y en la escuela las que deben orientarse a Dios, pues en cuanto creyentes se entiende que el conjunto entero de la vida, ya desde su origen, tiene referencia a un Absoluto, que le da sentido. A los tres años, el niño puede asomarse, difusamente, al misterio de Dios cuando experimenta su propio crecimiento como algo que le transciende y es objeto de amor por parte de las personas que le rodean.

Segundo Ciclo (tres-seis años).

El niño de tres-seis años vive un período de despertar sus capacidades religiosas.

La educación religiosa de este segundo ciclo se dirige a afianzar y ampliar los distintos ámbitos del desarrollo del niño, haciéndole disponible para la relación con Dios Padre.

Los tres ámbitos de experiencia religiosa son coincidentes con los de la experiencia general del niño:

- Identidad y autonomía personal.

- Descubrimiento del medio físico y social.

- Comunicación y representación de la realidad.

Esta organización de la etapa no implica una concepción fragmentada de la realidad religiosa, sino todo lo contrario; contribuye a dotar de significado la experiencia religiosa del niño, a medida que crece su autonomía e identidad personal y que se relaciona con su medio, con los otros y con Dios a través del lenguaje, del juego y del símbolo fundamentalmente.

El lenguaje es básico en el proceso de construcción de la propia identidad. El niño descubre con el lenguaje las riquezas del mundo de realidades que le superan. La formación del pequeño estará condicionada en gran parte al desarrollo que adquiera en este campo.

El juego es otra de las actividades más aptas para propiciar el aprendizaje infantil. El juego fomenta la creatividad, el afán por descubrir y el desarrollo de otras capacidades del niño: admiración, entusiasmo, ... Le lleva a encontrar soluciones a problemas, a sentirse protagonista, a convivir con otros niños, ... Nada de esto es ajeno a la formación religiosa que aspira, sobre todo, a desarrollar en el niño las facultades de expresión, a descubrir la alegría de vivir y a sensibilizarse paulatinamente con la dimensión comunitaria, apoyándose en los aspectos socializantes del juego.

El símbolo es un elemento esencial para que el niño de esta edad sea capaz de interiorizar y que dicha interiorización contribuya a la estima que él tiene de si mismo. Es decir, el niño traslada a él la imagen que el adulto le propicia. Entra aquí en juego la función simbólica. En la formación religiosa el papel del símbolo es insustituible.

Finalidades de la educación religiosa en la etapa infantil.

Las finalidades de la enseñanza religiosa infantil de tres a seis años se pueden concretar así:

- Ayudar al niño a descubrir los elementos religiosos presentes en el mundo que le rodea (personas, objetos y símbolos, lugares sagrados, fiestas y celebraciones religiosas ...).

- Acercar al niño a las claves principales de la fe cristiana a través del lenguaje, de las imágenes y símbolos religiosos.

- Suscitar en el niño, partiendo de los valores humanos fundamentales, las actitudes básicas cristianas, que favorezcan modos y hábitos de comportamientos adecuados.

- Ejercitar ciertas destrezas y habilidades mediante los recursos que ofrece la formación religiosa (cantos, gestos, objetos ...).

Al niño del segundo...

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